domingo, 3 de abril de 2011

EL LENGUAJE COMO HECHO CULTURAL
 


 


 

No cabe lugar a dudas que el lenguaje constituye un hecho cultural en si mismo. Prueba de ello es que en cada uno de los idiomas del mundo no solo basta con saber expresar gramaticalmente o lingüísticamente una determinada oración, sino que debemos tener en cuenta a la hora de expresarla otros aspectos, tales como el estatus de las personas que intervienen en el proceso de comunicación, el propósito de esa conversación en si misma, esto es, el resultado que deseamos obtener del proceso comunicativo, las diferentes convenciones sociales, el papel de cada uno de los participantes en el proceso comunicativo, etc. Todo ello podríamos resumirlo como el contexto en si donde se desarrolla un determinado proceso comunicativo. Los profesores de idiomas, cuando nos planteamos el enseñarle una lengua a nuestros alumnos, no solo debemos de proveerlos con el conocimiento gramatical o semántico para que sean capaces de expresar algo; si queremos que el proceso comunicativo se lleve a cabo de una manera satisfactoria, también debemos enseñarles los distintos factores culturales que influyen en el proceso de comunicación. Por tanto, la importancia de la cultura en el lenguaje es fundamental. El estudio de la misma, lo lleva a cabo una disciplina llamada etnolingüística, definida en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como la “Disciplina que estudia las relaciones entre la lengua y la cultura de uno o varios pueblos”.A lo largo de este articulo, vamos a exponer los distintos enfoques y estudios que de esta disciplina lingüística se han realizado.
Palabras clave: etnolinguistica, lenguaje, cultura, antropologia, lingüística.
 



Tal vez por el carácter reciente de esta disciplina, sea por lo que en algunos estudios o manuales a veces aparece algún problema terminológico en cuanto a su denominación. Así, es corriente encontrar el establecimiento de una sinonimia entre denominaciones como etnolingüística, lingüística antropológica, antropología lingüística, lingüística etnográfica, etnografía lingüística… Incluso uno de los pioneros de este campo, como es Dell Hymes llega a alternar como sinónimos los términos etnolingüística y sociolingüística. Muy especialmente en esta última identificación conviene separar ambos campos porque la sociolingüística se encarga del estudio de la variedad y variación del lenguaje en relación con la estructura social de una comunidad de hablantes; mientras que la etnolingüística estudia la variedad y variación del lenguaje en relación con la civilización y la cultura.
Ebneter considera que la etnolingüística “estudia la intersección del lenguaje, por una parte, y cultura, pensamiento, visión del mundo y conducta correspondiente a esa cultura, por otra”. Estamos por tanto, una vez más, ante una ciencia interdisciplinar que estudiará las relaciones entre el idioma y el grupo humano caracterizado por una comunidad cultural.
En el intento de buscar una definición y una delimitación de conceptos, Casado Velarde afirma que “en el estudio de la múltiple e íntima vinculación entre lenguaje y cultura, es importante distinguir si el punto de partida es el lenguaje o la cultura, es decir, si se trata de la interpretación cultural de una lengua o de la expresión idiomática de una cultura”. De ahí que establezca la distinción en el seno de la etnolingüística entre lingüística etnográfica (estudio de los hechos lingüísticos en cuanto determinados pos los saberes acerca de las cosas, es decir, en cuanto determinados por la cultura) y etnografía lingüística (estudio de la cultura, es decir, de los saberes acerca de las cosas, en cuanto manifestada por el lenguaje)
El hispanista argentino Germán Fernández Gizzetti en su artículo “La etnolingüística: del mundo del idioma al mundo de la cultura” considera que el precursor o padre de la etnolingüística es W. von Humboldt, especialmente por la contribución que supone su trabajo póstumo “Sobre la diversidad de estructura del lenguaje humano y su influencia en la evolución espiritual de la humanidad”.
El lenguaje como actividad libre del ser humano y también como producto de esa actividad constituye indudablemente un fenómeno cultural. Todo acto lingüístico es un acto creador que se funda en un saber. En cuanto acto creador, como advierte Casado Velarde, “el lenguaje posee todas las características de aquellas actividades creadoras del espíritu cuyo resultados no son materiales, o en que lo material no es determinante, y que se llaman, conjuntamente, cultura”.
En el mismo sentido, ya había dicho Coseriu en su libro “Principios de semántica estructural”, refiriéndose al lenguaje, que estamos “ante una forma de cultura, quizás la más universal de todas y, de todos modos, la primera que distingue inmediata y netamente al hombre de los demás seres de la naturaleza”. Esta idea, en realidad, ya había sido expresada mucho antes por Aristóteles en su “Política”.
Esta interpretación del lenguaje está además en pensadores como el italiano G. Vico y Humboldt. Vico, en su Principios de una ciencia nueva y Humboldt en su artículo antes mencionado, defienden que la actividad lingüística representa un objetivarse del sujeto, que al actuar da forma por si mismo a todo un cosmos.
Una idea importante en relación con esto es que el lenguaje, además de ser él mismo cultura, funda la comunidad sobre la cual se edifica toda la cultura humana, es decir, la lengua, o más concretamente la comunidad idiomática (lengua compartida por una comunidad) viene a ser condición previa para la cultura. Por tanto, donde quiera que encontremos obras culturales encontraremos como condición previa la lengua, es decir, la comunidad de los hablantes.
Como ya advirtió J.Dewey “la cultura y todo lo que supone la cultura como distintivo de la naturaleza es a la vez condición y producto del lenguaje. En la medida en que el lenguaje es el único medio para conservar y transmitir a las generaciones ulteriores las capacidades adquiridas y las informaciones y los hábitos adquiridos, resulta ser lo último”.
Una de las excepciones a la ideología positivista imperante en la lingüística de la primera mitad del siglo XX está representada por la corriente idealista que pone un especial énfasis en la relación entre los hechos idiomáticos y los hechos culturales.

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